En un hito forense que marca un paso significativo en la resolución de uno de los casos más notorios de asesinato en serie de la década de 1990, las autoridades de Florida han anunciado la identificación de Suzanne Kjellenberg, la última víctima conocida del infame «Asesino de la Cara Feliz», Keith Hunter Jesperson.
Kjellenberg, cuya identidad había permanecido en el anonimato durante casi tres décadas, fue descubierta sin vida junto a la interestatal 10 en septiembre de 1994. A la edad de 34 años, su vida fue trágicamente truncada por el sádico asesino, cuya brutalidad dejó una marca indeleble en la historia criminal de Estados Unidos.
Jesperson, apodado el «Asesino de la Cara Feliz» por su hábito de enviar confesiones adornadas con caras sonrientes, confesó haber perpetrado una serie de asesinatos en seis estados diferentes: California, Nebraska, Wyoming, Oregon, Washington y Florida. Su búsqueda de notoriedad y su despiadada crueldad dejaron un legado de horror que ha perdurado a lo largo del tiempo.
El escalofriante relato del encuentro final entre Kjellenberg y Jesperson es una dolorosa ventana a la oscuridad del crimen. En una parada de camiones cerca de Tampa, la vida de Suzanne fue arrebatada de manera violenta. En su sueño, ella no tuvo consciencia del depredador acechando. Al despertar y luchar por su vida, sus gritos resonaron, pero no hubo salvación. La garganta de Suzanne fue apretada por la mano del mal.
La identificación de Kjellenberg, una mujer que vivía en las sombras de la vagabundez y cuyo empleo era desconocido, ha sido una búsqueda tenaz de los investigadores durante décadas. Solo recientemente, gracias a la avanzada técnica de genealogía genética forense de la empresa Othram, se logró disipar el misterio.
La noticia de esta identificación ha sido un rayo de luz para la familia de Suzanne, quienes en Wisconsin la recuerdan con cariño. Han solicitado respeto y privacidad en este momento de tristeza y cierre.
Keith Hunter Jesperson, el depredador detrás de estos crímenes horrendos, ha sido finalmente acusado de homicidio en Florida. Actualmente, purga siete cadenas perpetuas en la Penitenciaría Estatal de Oregon.
Este hito no solo marca un triunfo de la justicia, sino también un homenaje a la fuerza de la perseverancia y la determinación de aquellos que se niegan a olvidar a las víctimas. Por fin, Suzanne Kjellenberg tiene una voz, y su memoria brilla con una luz que ilumina los oscuros recovecos de la historia criminal de nuestra nación.
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