En una noche fatídica para Marruecos, un terremoto de magnitud 7 en la escala de Richter sacudió el país, dejando una estela de destrucción y dolor. Las cifras son desgarradoras: más de 2.000 personas han perdido la vida y otras 2.059 han resultado heridas en varias ciudades del país.
El epicentro de esta tragedia se ubicó en la localidad de Ighil, en las montañas del Atlas, a una profundidad de 8 kilómetros. Este sismo, el más devastador en la región desde el fatídico 29 de febrero de 1960, cuando un terremoto de magnitud 5,8 cobró entre 12.000 y 15.000 vidas en Agadir, deja una marca indeleble en la historia de Marruecos.
A pesar de no encontrarse en una zona de alta actividad sísmica, la ciudad de Marrakech se vio fuertemente afectada por su proximidad al epicentro, a tan solo 63 kilómetros de distancia. Su parte más antigua, conocida por su riqueza histórica, fue la más golpeada debido a la antigüedad y la frágil resistencia de sus edificaciones. Calles estrechas y construcciones centenarias cedieron ante la fuerza del temblor, dejando tras de sí una estampa de desolación.
La magnitud del desastre también se hizo sentir en otras localidades. Desde Larache, a 550 kilómetros del epicentro, hasta Casablanca y Rabat, a 300 y 370 kilómetros respectivamente, los habitantes salieron a las calles en busca de refugio ante el temor de réplicas que podrían agravar aún más la situación.
Los momentos posteriores al sismo fueron de caos y confusión. El minarete de la mezquita de Bab Ailan, un emblema de la ciudad, se derrumbó, al igual que la entrada del templo. En la mítica plaza de Jma El Fnaa, la gente se congregaba en masa, buscando resguardo de posibles réplicas. Las autoridades instalaron a la población a no transitar por las estrechas calles de la ciudad antigua, previniendo nuevos derrumbes.
Las horas posteriores al terremoto principal estuvieron marcadas por cientos de réplicas, la más notable de ellas registradas con una magnitud de 4,8 en la escala de Richter, con epicentro en la ciudad de Berrechid. Estas continuas sacudidas mantenían a la población en un estado de constante alerta y tensión.
En España, en regiones como Canarias, Extremadura y Andalucía, también se sintió el impacto del sismo. Los servicios de emergencia recibieron numerosas llamadas de ciudadanos preocupados, aunque afortunadamente no se reportaron daños físicos ni materiales en el país.
El saldo de víctimas no deja lugar a dudas sobre la magnitud de la tragedia. Según el Ministerio del Interior marroquí, hasta las 22:00 horas de este sábado, se contabilizaban 2.012 personas fallecidas y 1.404 heridas en estado grave. El dolor se extiende a lo largo y ancho del país, con víctimas registradas en una decena de provincias, desde Al Haouz al sur de Marrakech y cercana al epicentro, con 1.293 fallecidos, seguida de Taroudant con 452 víctimas mortales, Chichaoua con 191 fallecidos, hasta Marrakech con 15 vidas perdidas.
La solidaridad internacional se ha hecho sentir con fuerza. Los líderes de la Unión Europea expresaron su más sentido pésame al rey Mohamed VI y ofrecieron asistencia al país en este momento de profundo dolor. Múltiples países, tanto de Europa como de América, han mostrado su solidaridad y ofrecido ayuda a Marruecos.
El rey Mohamed VI, en un gesto de profunda empatía, decretó tres días de duelo nacional y anunció un programa de emergencia para la atención de las víctimas y la rehabilitación de edificios dañados. En un comunicado del Gabinete Real, se agradeció a los países que han expresado su solidaridad con el pueblo marroquí en esta difícil situación.
La UEFA, también conmovida por esta tragedia, anunció que se guardará un minuto de silencio en todos los próximos partidos de competiciones de selecciones y clubes nacionales en memoria de las víctimas de este trágico evento.
Esta catástrofe ha conmocionado al mundo entero. Los equipos de emergencia y rescate trabajan incansablemente en la búsqueda de sobrevivientes y en la atención de los heridos. La comunidad internacional se une en un gesto de apoyo y solidaridad, ofreciendo una mano amiga en estos momentos de profundo sufrimiento.
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