El Caso Marta Calvo no es solo uno de los crímenes más estremecedores de los últimos años en España, sino también un símbolo de lucha y de dolor colectivo. Marta Calvo, una joven de 25 años, desapareció el 7 de noviembre de 2019 tras quedar con Jorge Ignacio Palma, un hombre con antecedentes por tráfico de drogas. El encuentro se produjo en la localidad de Manuel, en Valencia. Desde ese día, su madre, Marisol Burón, no volvió a saber nada más de ella.
La angustia, la desesperación y la falta de respuestas empujaron a Marisol a iniciar una batalla personal para encontrar a su hija. Y fue precisamente gracias a su presión pública que se reactivó una investigación que ya entonces presentaba muchas sombras. Un mes después, Jorge Ignacio se entregó a la Guardia Civil y confesó haberla descuartizado y arrojado sus restos a distintos contenedores. A día de hoy, el cuerpo de Marta Calvo aún no ha sido localizado.
Pero la historia no terminó ahí. Las investigaciones posteriores revelaron un patrón repetido de crímenes por parte de Palma: citas concertadas por internet, consumo de cocaína sin consentimiento durante los encuentros sexuales y una alarmante frialdad. Marta no fue la única víctima. Al menos dos mujeres más murieron en circunstancias similares y otras muchas sobrevivieron a encuentros traumáticos que marcaron sus vidas.
En septiembre de 2022, Palma fue condenado a 159 años de prisión. Sin embargo, la sentencia no incluía prisión permanente revisable. La indignación pública y la presión social llevaron el caso hasta el Tribunal Supremo. Finalmente, en septiembre de 2024, se revisó la condena y se impuso la prisión permanente revisable por el asesinato de Marta Calvo, lo que supuso un precedente importante en la aplicación de esta figura legal.
El Caso Marta Calvo ha sido un antes y un después. No solo por la brutalidad de los hechos, sino también por la falta de respuestas y por una madre incansable que se convirtió en el rostro visible de la lucha por la justicia. Su historia ha sido contada en múltiples documentales y programas, removiendo conciencias y provocando debates necesarios sobre violencia sexual, vulnerabilidad en entornos digitales y el papel de las instituciones ante casos de desapariciones.
Recordar a Marta es también recordar a tantas otras que no tuvieron voz. Por eso, este caso no solo se narra, se comparte para que nunca más tengamos que volver a contar una historia así.