Las brujas de San Fernando

El 26 de mayo del año 2000, en San Fernando (Cádiz), Klara García Casado, de 16 años, fue brutalmente asesinada por dos de sus compañeras de instituto, Iria Suárez y Raquel Carlés. Las jóvenes, apodadas por los medios como «Las Brujas de San Fernando», planearon el crimen con la única motivación de experimentar qué se sentía al matar. Este caso fue el primero en España en el que se aplicó la recién aprobada Ley del Menor, generando un intenso debate social y jurídico

Implicados:

  • Klara García Casado: Víctima de 16 años, estudiante del IES Isla de León en San Fernando.

  • Iria Suárez (16 años) y Raquel Carlés (17 años): Asesinas confesas, compañeras de clase de Klara.

  • José Ignacio Quintana Balonga: Abogado penalista que representó a la familia de Klara.

Docuserie:

Directo:

Fechas Clave:

  • 26 de mayo de 2000: Klara García es asesinada por Iria y Raquel en un descampado de San Fernando.

  • 27 de mayo de 2000: Las autoras del crimen son detenidas tras confesar el asesinato.

  • Mayo de 2001: El Juzgado de Menores de Cádiz condena a ambas a ocho años de internamiento en un centro de menores.

  • 2007: Se inaugura una escultura en memoria de Klara en el parque El Barrero de San Fernando.

  • 2019: Iria es identificada trabajando como profesora en una escuela de Oxford, generando polémica en medios británicos y españoles.

Información sobre el caso:

El crimen cometido por Iria Suárez y Raquel Carlés, conocido mediáticamente como el de Las Brujas de San Fernando, es uno de los más impactantes y desconcertantes de la historia criminal reciente en España. No solo por la extrema violencia con la que fue ejecutado el asesinato de Klara García Casado, sino por la frialdad, la motivación carente de lógica aparente y la corta edad de las agresoras. En 2000, el país aún no se había repuesto del crimen de Alcàsser, y se encontraba inmerso en un debate sobre la seguridad ciudadana, el satanismo en los jóvenes y la influencia de ciertos contenidos culturales. Este caso alimentó aún más ese contexto.

Las tres chicas eran compañeras de instituto en el IES Isla de León, en San Fernando (Cádiz). Klara, la víctima, era descrita como una adolescente alegre, sensible y algo ingenua. Iria y Raquel, en cambio, tenían un perfil mucho más oscuro: compartían una estética gótica, afición por el ocultismo, y una fascinación creciente por el satanismo, la sangre y los rituales de muerte. Según la investigación judicial, llevaban semanas planeando el asesinato de alguien “al azar” solo para experimentar el poder de quitar una vida. En su confesión, dijeron que “querían saber qué se sentía al matar”.

El crimen tuvo lugar el 26 de mayo del año 2000. Iria y Raquel convencieron a Klara para acompañarlas a un descampado conocido como El Barrero, un lugar aislado frecuentado por adolescentes. Allí, la atacaron con una brutalidad sobrecogedora: le asestaron 32 puñaladas y posteriormente le degollaron. El ataque fue premeditado hasta el último detalle. Durante la investigación, se hallaron en poder de las asesinas objetos que reforzaban su obsesión con lo macabro: velas negras, figuras de ángeles mutilados, cartas del tarot, escritos con simbología satánica y anotaciones sobre sacrificios. También se descubrió que se habían planteado asesinar a otra joven días antes en un centro comercial, pero no llegaron a ejecutarlo.

El crimen fue resuelto con rapidez. Las propias autoras confesaron los hechos al día siguiente y fueron detenidas. Fue el primer gran caso en el que se aplicó la Ley Orgánica de Responsabilidad Penal del Menor, que había entrado en vigor en enero de ese mismo año. Esta ley establecía un máximo de 8 años de internamiento para los menores condenados por delitos graves, independientemente de su brutalidad. La sentencia causó una gran controversia pública y mediática. Muchos ciudadanos y expertos consideraron que el castigo era desproporcionadamente leve para la gravedad del crimen, lo que abrió un debate que sigue vigente hoy sobre los límites de la justicia juvenil.

Tras cumplir su condena íntegra en centros de menores, Iria y Raquel reconstruyeron sus vidas en el anonimato, como contempla la ley para personas que cometen delitos siendo menores de edad. Sin embargo, en 2019, la prensa británica destapó que Iria Suárez trabajaba como profesora en un colegio de Oxford, bajo un nuevo nombre. La revelación causó un revuelo enorme tanto en Reino Unido como en España, donde muchos ciudadanos cuestionaron que alguien con ese pasado pudiera educar a menores. A pesar de ello, legalmente no existía ningún impedimento. Sobre Raquel Carlés, en cambio, se conoce menos: se sabe que residió en Madrid durante un tiempo, pero desde entonces se desconoce su paradero.

Más allá del crimen en sí, el caso de Las Brujas de San Fernando ha sido ampliamente analizado por criminólogos, sociólogos y periodistas, no solo por su violencia, sino por el vacío emocional y ético de las autoras, quienes no mostraron remordimiento durante los interrogatorios. Se ha interpretado como una muestra extrema de desarraigo afectivo, trastorno de personalidad y exposición a contenidos perturbadores sin el filtro de un entorno familiar protector.

Hoy, el nombre de Klara García permanece en la memoria colectiva como símbolo de una adolescencia truncada por la banalidad del mal. En el parque El Barrero, donde fue asesinada, hay una escultura en su honor. El caso sigue siendo un referente en el estudio de la criminalidad juvenil en España, y un punto de inflexión en cómo se entiende la reinserción de menores que han cometido delitos atroces.

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