El crimen de los Marqueses de Urquijo es, sin duda, uno de los casos más emblemáticos y turbios de la crónica negra española. En la madrugada del 1 de agosto de 1980, María Lourdes de Urquijo y Morenés, V marquesa de Urquijo, y su esposo, Manuel de la Sierra y Torres, fueron asesinados a sangre fría en su dormitorio mientras dormían, en su lujosa vivienda del barrio de Somosaguas (Pozuelo de Alarcón, Madrid). Ambos fueron encontrados con disparos de bala en la cabeza. El doble crimen impactó a toda España no solo por su violencia, sino por tratarse de una familia aristocrática de alto perfil, relacionada con el mundo financiero, político y social del país.
Las primeras pesquisas apuntaron al entorno más íntimo. El principal sospechoso fue Rafael Escobedo, más conocido como Rafi Escobedo, exmarido de Myriam de la Sierra y Urquijo, hija de los marqueses. La relación entre Escobedo y los Urquijo era tensa desde el inicio del matrimonio. Cuando Myriam pidió el divorcio y se fue a vivir con otra pareja, Escobedo, joven inestable y emocionalmente afectado, quedó desplazado del círculo familiar. A los investigadores les pareció razonable que el crimen estuviera motivado por una mezcla de celos, resentimiento y necesidad de recuperar su lugar dentro de la familia.
Rafi fue detenido en abril de 1981. Primero confesó el crimen, pero luego se retractó asegurando que había sido presionado. El juicio se celebró en 1983 y terminó con su condena a 53 años de prisión como autor material del asesinato de los marqueses. Sin embargo, nunca se encontró el arma homicida y muchas pruebas eran circunstanciales. La falta de solidez en la acusación hizo que surgieran teorías alternativas, incluyendo la posibilidad de que Escobedo hubiera sido solo un chivo expiatorio. Además, durante años se especuló con que el móvil del crimen podría estar relacionado con intereses económicos en el seno del Banco Urquijo, herencias o incluso venganzas familiares.
Otro nombre clave en el caso fue el de Javier Anastasio de Espona, íntimo amigo de Escobedo. Fue señalado como cómplice o, al menos, conocedor del plan, pero huyó de España antes de ser juzgado. Su figura permaneció en las sombras durante décadas, hasta que en 2010 los delitos que se le imputaban prescribieron. De hecho, concedió una polémica entrevista a televisión en la que reconoció que sabía cosas, pero evitó entrar en detalles. Por otro lado, Mauricio López-Roberts, marqués de Torrehermosa y amigo del círculo de Rafi, fue condenado por encubrimiento a diez años de cárcel por facilitar la fuga de Anastasio.
En julio de 1988, Rafi Escobedo apareció muerto en su celda de la prisión de El Dueso. Según la versión oficial, se suicidó ahorcándose, aunque las circunstancias siguen generando sospechas: no dejó nota, se encontraba aparentemente tranquilo y tenía programada una entrevista televisiva días después. Su muerte selló muchas de las preguntas que nunca tuvieron respuesta.
A día de hoy, más de cuarenta años después, el crimen de los Marqueses de Urquijo sigue sin esclarecerse por completo. ¿Fue Rafi el verdadero asesino? ¿Actuó solo? ¿Había algo más detrás de esos disparos en la madrugada de Somosaguas? Las versiones son muchas y las pruebas escasas. Es un caso rodeado de silencios, secretos y sombras que, con el paso del tiempo, no han hecho más que alimentar su leyenda. Numerosos libros, documentales e investigaciones han intentado arrojar luz sobre lo que ocurrió aquella noche, pero la verdad absoluta sigue enterrada entre las páginas de uno de los capítulos más intrigantes de la historia criminal de España.