El hombre sin corazón: el caso de Miguel Ángel Martínez Santamaría

Miguel Ángel Martínez Santamaría, natural de Getxo (Vizcaya), desapareció en abril de 2005 durante un viaje por Europa. Cinco meses más tarde, su cadáver apareció flotando en un fiordo de la isla sueca de Lidingö, en Estocolmo. Las autoridades suecas apuntaron a un suicidio, pero la autopsia practicada en Reino Unido al repatriar el cuerpo reveló un hallazgo estremecedor: Miguel Ángel no tenía corazón, hígado ni páncreas. Dos décadas después, el caso sigue sin resolverse. La familia sospecha de un posible caso de tráfico de órganos o negligencia criminal, y continúa su batalla judicial.

Implicados:

  • Miguel Ángel Martínez Santamaría: Víctima, 45 años, español, desaparecido en abril de 2005, encontrado muerto en Suecia sin órganos vitales.

  • Blanca Martínez: Hermana, portavoz incansable en la lucha por esclarecer el caso.

  • Autoridades suecas: Responsables de la investigación inicial y de la custodia del cuerpo.

  • Autoridades españolas: Denunciadas por la familia por su falta de acción.

  • Forenses británicos: Detectaron la ausencia de órganos clave tras la repatriación del cuerpo.

Docuserie sobre el Hombre sin Corazón

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Fechas Clave:

  • 7 de abril de 2005: Última vez que se tuvo contacto con Miguel Ángel.

  • 17 de septiembre de 2005: Hallan su cadáver en el fiordo de Lidingö (Suecia).

  • 2005-2006: Autopsia en Suecia apunta a suicidio. El cuerpo es repatriado a Reino Unido, donde otra autopsia detecta la ausencia de órganos.

  • 2020: La familia intensifica las denuncias tras años sin respuesta judicial.

  • Marzo de 2024: La Audiencia Nacional cierra el caso en España por falta de pruebas.

Información sobre el caso:

El caso de Miguel Ángel Martínez Santamaría, apodado por los medios como el hombre sin corazón, es uno de los misterios criminales más impactantes y silenciados de Europa. La historia comienza en abril de 2005, cuando Miguel Ángel, de 45 años, viaja por Europa y desaparece sin dejar rastro. Cinco meses después, su cuerpo aparece flotando en el agua del fiordo de Lidingö, en Estocolmo (Suecia), en avanzado estado de descomposición.

La autopsia oficial sueca determina que la causa de la muerte fue ahogamiento, y se baraja la hipótesis de suicidio. Sin embargo, cuando su cuerpo es enviado a Londres para ser enterrado, la sorpresa es mayúscula: la autopsia británica revela que el cadáver está incompleto. Faltan el corazón, el páncreas y parte del hígado. Además, no se encontraron restos de agua en los pulmones, descartando el ahogamiento.

La familia, encabezada por Blanca Martínez, hermana de Miguel Ángel, inicia una cruzada judicial y mediática para que se esclarezcan los hechos. En sus palabras: “A mi hermano le robaron el corazón, literalmente”. Desde entonces, han pasado casi 20 años sin respuestas claras, con una investigación que se ha movido entre el desinterés institucional y la imposibilidad jurídica de acceder a la información completa por parte de las autoridades suecas.

Uno de los aspectos más inquietantes del caso es la desaparición selectiva de órganos vitales, algo que ha llevado a la familia y a expertos independientes a sospechar de tráfico de órganos o mala praxis forense. La existencia de dos autopsias con conclusiones opuestas, la falta de colaboración de las autoridades suecas y la negativa del sistema judicial español a asumir la causa, han convertido el caso de Miguel Ángel Martínez en un verdadero ejemplo de injusticia internacional.

En marzo de 2024, la Audiencia Nacional archivó la denuncia presentada por la familia, alegando que los hechos no podían juzgarse en España y que no había suficientes indicios de delito. Sin embargo, la lucha de Blanca Martínez no ha cesado. Ha acudido al Parlamento Europeo, ha conseguido apoyos de juristas y activistas por los derechos humanos, y ha dado voz al caso en diversos medios de comunicación.

Este caso sin resolver plantea serias dudas sobre la gestión de cadáveres de ciudadanos españoles fallecidos en el extranjero, la cooperación judicial europea y los controles sobre posibles redes de tráfico de órganos. A día de hoy, el nombre de Miguel Ángel Martínez Santamaría sigue asociado a una pregunta que nadie ha querido responder: ¿qué pasó realmente con el hombre sin corazón?

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