El crimen de la katana «El hogar del horror».
El crimen de la Katana. Sabemos, sobre todo los que seguís nuestro canal de Youtube y sois aficionados al True Crime, que los monstruos existen. Que los monstruos están entre nosotros. Que cualquier persona con la que te cruzas por la calle puede llevar uno dentro de ella. O que tú mismo, puedes serlo.
Pero, ¿qué sucede cuando ese monstruo, cuando ese ser sin alma, carente de empatía y apego, es la persona que más quieres?. La persona con la que convives, a la que le has dado la vida, a la que has cuidado, mimado y has visto crecer. Esa persona que te quitaba el sueño de noche cuando tenía fiebre, que te hizo feliz cuando escuchaste por primera vez, en su boca, tu nombre. Cuando esa persona es tu hijo.
Por desgracia. Estas preguntas no podremos hacérselas a los protagonistas de esta cruel historia, por el hecho de que, seguramente, ese fue el último pensamiento que atravesó sus mentes justo antes de abandonar este mundo.
El comienzo
Corría el año 2000. Acabábamos de estrenar siglo y milenio. En el barrio murciano de Santiago residía una familia formada por Rafael Rabadán, de 51 años, Mercedes Pardo, de 54, José Rabadán, de 16.y su hermana pequeña, María, de 9 y que tenía síndrome de Down.
Bloque de pisos de la familia Rabadán Pardo. Ilustración de Triun Arts.
José era un chico normal. Sin nada reseñable. Mal estudiante, caprichoso. Las discusiones que tenía, sobre todo con su padre, eran por ese motivo. El progenitor le pedía que hiciese algo con su vida, que se buscase un futuro. El solo quería pasar las horas en su dormitorio, conectado a internet, chateando y jugando a video juegos.
La madre lo tapaba. Ya sabemos cómo son las madres. Le llevaba la comida al cuarto e, incluso, una vez que, debido a las conexiones y llamadas de su hijo, les llego una factura de más de cien mil pesetas, lo que vendrían a ser unos seiscientos euros. Esta calló para que su padre no se enterase de nada.
Rafael apuntó a su hijo a un curso de soldadura. Pero este apenas asistía a las clases, como era costumbre en él. No solía terminar nada de lo que empezaba.
Obsesión por las Armas blancas
Era un gran aficionado a las armas blancas. Poseía una colección de puñales, cuchillos, machetes, estrellas Ninja, etc.
Estrella y puño americano. Ilustración de Triun Arts.
Pero albergaba un deseo, este era el de poseer una katana, la cual insistió e insistió para que sus padres se la comprasen. finalmente, estos cedieron y se la regalando. No sabían que, con ese regalo, estaban sellando su sentencia de muerte.
Hay un hecho curioso que ocurre días antes. José decide fugarse de casa, marcharse para emprender una nueva vida, alejado de las presiones familiares, para que hiciese algo con su vida. Pero horas después, es interceptado en la estación por su padre, el cual lo devuelve a casa. ¿Qué habría pasado si el joven aquel día consigue realizar su plan?, a lo mejor, la familia hoy estaría buscando a un desaparecido, pero seguirían con vida. Hay veces que el destino es caprichoso.
Comienzo del plan
Pero vallamos a aquel día 1 de abril del año 2000.
José lo tenía todo planeado, su mente adolescente había urgido un plan para él, sin fisuras. Su intención era acabar con la vida de sus progenitores y la de su hermana al despuntar el día, entorno a las seis de la mañana. ¿Por qué tan temprano?. Para que los primeros rayos de sol, que son lo suficientemente luminosos para no tener que encender luces. Pero también, lo suficientemente tenues como para no despertar a sus padres, lo ayudasen en su cometido.
La noche que iba del 31 de marzo a aquel 1 de abril, el joven no durmió. Se acostaba, se levantaba. Parecía inquieto, nervios quizás. No podemos saberlo, por suerte, no tenemos una mente psicopática para saber cómo se comporta ante estos sucesos.
Durante el transcurso de la madrugada, se levanta de la cama. Como hemos dicho en varias ocasiones. En una de ellas, se dirige a la zona done tiene la katana, la cual reposa en un soporte sobre la mesa. La coge y se mete con ella en la cama. Abraza esa arma de 71 cm de hoja, parece que esto, le hace sentir seguridad.
Representación de José Rabadán acostado con su Katana aquella noche. Ilustración de Triun Arts.
Poco antes de que todo diese comienzo, algo llama su atención, su padre, ha dejado de roncar, si se despierta dará al traste con todo su plan. Entonces, siente como este se levanta y se dirige al baño para orinar, maldice, una y otra vez, todo se ha terminado, todo lo que tenía pensado, para nada, pero entonces, escucha como Rafael vuelve a su dormitorio, se acuesta y al poco comienzan, de nuevo, los rítmicos ronquidos, respira relajado, todo sigue adelante.
El crimen de la Katana
Como ya sabíamos, entorno a las seis de la mañana, con los primeros rayos de sol, el chico sale de su dormitorio y entra en el de sus padres. Esa noche su padre duerme solo, su madre, se ha ido a dormir con la hermana al cuarto de esta.
Sin pensarlo se acerca a la cama, coloca la Katana a la altura del cuello y, con un golpe fuerte y seco, desgarra el cuello de Rafael. Este, que no muere en el acto, despierta y observa con horror como su hijo está lanzando golpes contra él, interpone sus manos para intentar pararlo, pero los movimientos son tan brutales que le secciona algunos dedos. En pocos segundos, todo ha terminado, el cuerpo de su padre yace en la cama junto a un charco de sangre y el se encuentra completamente manchado de rojo.
Representación de Rabadán atacando a su padre. Ilustración de Triun Arts.
Sin dudarlo, abandona ese dormitorio y pone rumbo al de la hermana, lugar donde sabe que está su madre. Esta, debido a los ruidos que ha ocasionado, está sentada al filo de la cama y ve entrar a su hijo ensangrentado, con una katana en la mano. No puedo imaginar el horror que tuvo que sentir esa mujer ante tal escena. José no se apiada de ella, ni por sus gritos de súplica, ni por su llanto. Comienza a golpearla con la misma fuerza que golpeó a su padre, emplea tal agresividad, que en un momento dado, la katana rompe.
A sangre fría
Este, en lugar de cesar, tranquilamente sale del cuarto, se dirige al suyo, toma un machete de su colección y vuelve para terminar con la vida de Mercedes. Una vez hecho esto y sin remordimiento ninguno, mira a su hermana, la cual, está horrorizada. Imagino que la pequeña no llegó nunca a comprender que estaba pasando, pero José no se apiadó de ella, la miró a los ojos y, sin darle ninguna explicación, terminó con su vida, sin temblar, sin dudar, sin titubear.
Vídeo de youtube sobre el caso de Triun Arts
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