El crimen de la katana «Un monstruo en casa».
El crimen de la katana. El asesino de la katana, José Rabadán, acaba de terminar con la vida de toda su familia, su padre, su madre y su hermanita pequeña, a sangre fría, sin titubear, sin arrepentimiento ni pena, los ha mirado a los ojos y ha terminado con ellos.
Es difícil de entender, de comprender, no podemos imaginar, cómo funciona una mente psicópata, no podemos si quiera hacernos una idea. Pero ahí está, ha sucedido, lo hizo y ya no hay vuelta atrás.
Seguramente usted, que está leyendo estas líneas, tenga peor cuerpo en este momento, esté sintiendo mayor repulsa e inquietud, que la que pudo sentir este ser aquella mañana.
Demasiado esfuerzo
Recreación de niña en la bañera. Ilustración Triun Arts.
Tras el crimen, José coge unas bolsas de plástico e introduce las cabezas de sus víctimas. Llena la bañera del baño, su intención es sumergirlas para evitar, según sus ideas, que el mal olor de la descomposición alerte a los vecinos.
Primero coge a su hermanita pequeña, la carga y la deposita dentro de dicha bañera, que ya se encuentra llena de agua, acto seguido, se dirige al dormitorio de su padre, lo coge por los pies y lo hecha debajo de la cama, comienza a cargarlo hasta el baño pero, al llegar a este, se ve que le parece un trabajo demasiado tedioso. Por lo que termina dejando a su progenitor apoyado en la puerta de entrada. De su madre ni se preocupa, finalmente la deja en la cama y no hace ni el intento de cargarla.
Hombre en el quicio de la puerta. Ilustración de Triun Arts
Se cambia de ropa, a excepción de la ropa interior que, aun estando manchada de sangre, se la deja puesta. Registra la mesilla de noche de sus padres, de donde coge algo de dinero, unas quince mil pesetas, unos noventa euros, y sale de casa para no volver jamás.
Nueva vida
Ahora realiza algo inesperado. Rabadán se dirige a una cabina y, desde ella, llama a la Policía para decir que ha terminado con la vida de sus padres pero, al parecer, no le prestan mucha importancia.
Recreación de Rabadán llamando a la policía. Ilustración de Triun Arts.
El adolescente tenía un plan, había conocido hacía poco a una chica de Barcelona, la había conocido por internet. Durante toda la mañana la llamó insistentemente hasta que, después de unas doce llamadas, Sonia le cogió el teléfono. Rabadán le comenta qué está muy ilusionado, que desea conocerla en persona y, finalmente, le termina confesando el crimen. La joven no lo cree, en un principio piensa que se lo dice para impresionarla. Sea como fuere, los dos quedan en verse en la capital catalana y José comienza su viaje.
La idea del adolescente es llegar hasta Alicante haciendo auto stop y allí coger el tren.
Varios conductores lo van acercando a su destino y la última persona que lo lleva es Ana María Costa. Curiosamente, Ana María es una policía fuera de servicio. Comenta que no ve nada raro en Rabadán, para ella, solo es un chico que, probablemente, se ha pasado la noche de fiesta y esta algo cansado. Este le dice que se dirige a Barcelona, a visitar a unos familiares.
Cuando llega a Alicante, vuelve a llamar a la Policía para confesar su crimen pero, nuevamente, la Policía no parece estar por la labor.
El hogar del horror
Cuando los vecinos se extrañan de no haberse cruzado, en todo el día, con nadie de la familia Rabadán Pardo, llaman al 112 y lo comentan. La policía, ante esta llamada, ahora sí, comienza a hilar las otras dos y es, en ese momento, cuando deciden acercarse al domicilio.
Recreación de agentes en el domicilio. Ilustración de Triun Arts.
A las cinco de la tarde, los agentes llegan al barrio murciano de Santiago el Mayor. Cuando entran en la vivienda, lo que allí ven los deja tremendamente traumatizados. La escena es dantesca. En el dormitorio de la niña, encuentran, sobre un gran charco de sangre, a una mujer con heridas brutales. En el cuarto del padre, observan un gran rastro de sangre que los conduce al baño, allí, este se encuentra muerto, con la cabeza en una bolsa y apoyado en el quicio de la puerta. La hermana pequeña en la bañera, sumergida en un agua roja intensa y también con su cabeza embutida en una bolsa.
Encontraron la Katana tirada sobre un sillón, partida y en el cuarto del chico, un poster de un video juego Final Fantasy VIII.
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