Oscuro Misterio en Idaho

El pasado 30 de diciembre, un equipo Swat, conformado por fuerzas de elite norteamericanas, detuvo al primer y único sospechoso de la masacre ocurrida en la madrugada del domingo 13 de noviembre pasado, en una casa de tres pisos que alquilaban cinco estudiantes de la Universidad de Idaho, sobre la calle King, a metros del campus. Kaylee Goncalves (21), Madison Mogen (21), Xana Kernodle (20) y su novio Ethan Chapin (20) fueron brutalmente asesinados en medio de la noche por alguien que blandía un cuchillo nada convencional.

 Víctimas y sobrevivientes: Dylan Mortensen (extremo izquierdo sobreviviente), Madison Mogen (víctima subida sobre los hombros de su amiga Kaylee), Kaylee Goncalves (víctima), Ethan Chapin abrazaba a Xana Kernodle (víctimas) Y Bethany Funke (extremo derecho, sobreviviente) (IG @kayleegoncalves)

El destacamento de la policía local recibió ayuda del estado de Idaho y del FBI. Con el desembarco de los expertos se armó un equipo de 130 personas que se abocaron, día y noche, a resolver el caso. Pero lo único que tenían parecía escaso: muestras de la escena del crimen que se mandaron a analizar e imágenes de cámaras callejeras de un auto blanco que circulaba cerca de la zona de los homicidios y a la hora crucial. 

La enorme casona de madera gris, de más de 200 metros cuadrados, solía ser el centro de ruidosas fiestas de las que algunos vecinos se quejaban. Nada grave, pero en los últimos meses, la policía local había acudido varias veces para pedirles que bajaran la música. La vivienda era compartida por las tres víctimas mujeres (Kernodle, Mogen y Goncalves) y las dos afortunadas sobrevivientes: Bethany Funke y Dylan Mortensen.

Las cinco chicas que compartían la casa de universitarios (IG maddiemogen)

La madrugada del domingo 13, a las dos de la mañana, ya estaban todos en casa, incluido el novio de Xana Kernodle, Ethan Chapin, quien cada tanto se quedaba a dormir. Ser muchos no les sirvió de nada. El asesino (o los asesinos, aún no se sabe) lo tenía muy bien pensado. Ingresó sigilosamente y deambuló, piso por piso, y los fue asesinando con su extraño cuchillo, uno a uno.

La matanza -se sabe por las pericias- enfrentó alguna resistencia, pero el intruso logró su objetivo y pudo escapar.

Se dijo, al principio, que las dos chicas sobrevivientes dormían profundamente durante la orgía de crímenes, pero muchos creen que eso no podría ser así. Más bien están convencidos de que se salvaron porque en las habitaciones en las que estaban durmiendo tenían puesto el cerrojo. O, podríamos pensar también, que cerraron con llave luego de escuchar ruidos extraños. Si bien sus declaraciones no se dieron a conocer, lo que se comenta en las redes locales es que en esa casa de madera todo cruje a cada paso y que la salvaje carnicería no podría haber sido demasiado silenciosa, teniendo en cuenta que algunas de las víctimas tenían heridas defensivas.

Además, hay un dato perturbador: diez llamadas que, desde sus celulares, hicieron Kaylee y Madison entre las 2.26 y las 2.52 al exnovio de Kaylee: Jack DuCoeur. Él dormía y no respondió. ¿Qué estaba pasando en la casa para que ellas lo llamaran insistentemente? ¿Estaban desesperadas? Las dos amigas aparecieron asesinadas en la misma habitación, a pesar de que cada una tenía la suya. ¿Habían intentado llamar a DeCoeur aterradas porque escuchaban el avance del asesino?

Los peritos sostienen que, a partir de las 3 de la mañana, ya todas las víctimas habían muerto bajo el filo de las cuchilladas.

Fue recién por la mañana que Bethany y Dylan “despertaron” y llamaron a sus compañeros de la universidad para que fueran a asistirlas porque algo pasaba. Ellos fueron quienes se comunicaron con el 911.

Cuando llegaron los paramédicos y la policía, había estudiantes en la puerta llorando y la escena dentro de la casa resultó sumamente sangrienta. La sangre chorreaba por las paredes internas. ¿Qué había pasado intramuros? ¿Quién o quiénes eran el objetivo principal del asesino? La policía cercó el lugar y se dedicó a reconstruir los últimos días y, en especial, la noche final de las víctimas. Las cámaras de seguridad de las calles fueron de gran ayuda para armar los itinerarios de sus pasos. El arma asesina no estaba en ningún lado.

Desde el principio, el hermetismo policial fue total. Algunas de las familias de las víctimas interpretaron la falta de información como una inoperancia. Los investigadores, por su lado, comenzaron a pedir ayuda a la población. Alguien tenía que haber visto algo y debía contarlo, aunque pareciera insignificante, podía ser vital para la pesquisa.

De las miles de horas de video analizadas hubo unos segundos llamativos. La cinta la aportó un joven que trabajaba en una estación de servicio Exxon Mobil, cercana a la escena del crimen: revisando la filmación, minuto a minuto, vio cruzar por allí, a las 3.45 de la madrugada del 13 de noviembre, un Hyundai Elantra blanco. Se le ocurrió que podía ser de interés y se los acercó a los expertos. La policía tomó nota. Determinaron que el modelo podría ser del año 2011 al 2013. En la zona había unos 22 mil autos de ese tipo. Tendrían que analizar uno por uno y ver cuál de ellos era el que estaba grabado. Solo era un dato y podría no significar nada.

Moscow, mientras tanto, se vaciaba de estudiantes que anticiparon sus vacaciones navideñas incentivados por sus padres a que escaparan de allí cuanto antes. El miedo se palpaba en el aire. Los bares empezaron a cerrar temprano para que sus empleados y clientes no tuvieran que andar solos de noche por las calles.

Un asesino andaba suelto y demasiado cerca.

¿Quién había estado conduciendo ese auto blanco aquella madrugada de sangre? ¿Podría tener que ver con los crímenes?

Al mismo tiempo, todos los rastros biológicos hallados en la casa de los homicidios, fueron enviados al laboratorio forense para ser analizados. El asesino había encontrado resistencia, algunas células suyas podían haber quedado en la escena y en las manos de las víctimas.

Los resultados se cargaron en los bancos de datos genéticos. Buscaban alguna coincidencia y que el ADN sin dueño tuviera algún pariente que, de manera fortuita, hubiese dejado registrado su ADN en esos biobancos para poder cotejarlos.

La técnica de estudiar el ADN familiar ha revolucionado, en los últimos años, a la ciencia forense porque ha permitido que muchos casos sean resueltos luego de años de frustración.

La persistencia tuvo recompensa. Según algunos reportes que trascendieron a pesar de la reticencia policial dicen que cuando arrojaron el ADN desconocido de la escena del crimen al mega centro de datos  saltó una coincidencia genealógica: había un pariente identificado del sujeto que había estado en la casa de la calle King. Eso informó el medio británico The Independent.

Resultó que ese familiar del “ADN sin nombre” tenía, además, un pariente que manejaba un auto Hyundai Elantra blanco.  El dueño del coche resultó ser un joven de 28 años, un brillante estudiante que había hecho un doctorado en criminología en una universidad vecina, ubicada en la ciudad de Pullman, a solo 14 kilómetros de Moscow, por la ruta 270.Había que rastrearlo. Poco después de Navidad empezaron a seguir al dueño del ADN. Ya tenían nombre y apellido: Bryan Christopher Kohberger. Pero no le revelaron a la prensa nada. Antes querían asegurarse de detenerlo. Finalmente, lo hicieron a 4100 kilómetros de Moscow: lo arrestaron en la vivienda de sus padres en Pennsylvania,
Bryan Kohberger estaba en la casa de sus padres en Albrightsville, Pennsylvania, se cree que desde el 17 de diciembre. Había ido de visita para pasar las fiestas. Como el trayecto entre Pullman y Albrightsville era larguísimo e insumía no menos de 38 horas de manejo, su padre Michael había volado al estado de Washington para conducir con él ese largo viaje que comenzó el 13 de diciembre. No quería que su hijo lo hiciera solo. En la travesía fueron interceptados por la policía en dos oportunidades: una vez por exceso de velocidad y otra por ir demasiado cerca del auto que iba delante de ellos. Las dos veces se encontraba Bryan al volante.

El viernes 30 de diciembre, a las 3 de la madrugada, Bryan Kohberger fue arrestado en la casa familiar por un team de las fuerzas SWAT ante la sorpresa de sus padres. Le dijeron que era sospechoso del cuádruple asesinato de Moscow. Al ser arrestado lo único que él preguntó fue si habían detenido a alguien más por este caso. Nadie le respondió. Según los informes, el acusado tenía “una mirada tranquila y como en blanco”. Acto seguido fue confiscado su auto Hyundai Elantra blanco.

El detenido vivía en Pullman, en el estado de Washington, muy cerca de Moscow. El jefe de policía, James Fry, sostuvo: “Tenemos al individuo que cometió estos crímenes horribles bajo custodia, creo que nuestra comunidad está a salvo, pero aún debemos mantenernos atentos”.

Bryan Kohberger se había licenciado en psicología, que había realizado un doctorado en criminología y era ayudante de cátedra, el estupor fue total.

imagen:Matt Rourke/Pool via REUTERS

Apenas arrestado sus compañeros de colegio y de carrera universitaria comenzaron a hablar. Las características que destacaron sobre su personalidad fueron: callado, raro, brillante y misógino. Todos coincidieron que era un tipo al que le gustaba demasiado dejar en claro lo inteligente que era. Bryan Kohberger se mostraba muy interesado en perfiles criminales al punto que, en mayo de 2022, lanzó una encuesta entre criminales para un supuesto estudio. Se presentó así: “Hola, mi nombre es Bryan y te invito a participar en un proyecto de investigación que busca comprender cómo las emociones y los rasgos psicológicos influyen en la toma de decisiones a la hora de cometer un delito (…) en particular este estudio busca comprender la historia detrás de tu delito penal más reciente, con énfasis en tus pensamientos y sentimientos a lo largo de la experiencia”, escribió en la red social Reddit (escrito que ya fue eliminado de la web). Según el diario Daily Mail, en esa encuesta que era anónima, sus preguntas eran: “¿Te preparaste para el delito antes de salir de tu casa?; “¿Por qué elegiste esa víctima o blanco en lugar de otros?; “¿Cuál fue el primer paso que diste para lograr tu objetivo?”; “¿Qué pensaste y sentiste después de cometer el delito?”.

Mientras Kohberger aparentaba tener una sólida carrera, también desarrollaba su costado oscuro de persona antisocial. No dormía de noche, sus vecinos lo escuchaban caminar y moverse durante la madrugada. Uno de ellos dijo sin dar su nombre: “Era una persona nocturna que usaba el baño de noche y pasaba la aspiradora a la una de la madrugada. Y siempre estaba solo. Una sola vez escuché la voz de una mujer en el apartamento”. Sus compañeros de facultad corroboraron lo contado por el vecino: Kohberger no dormía y llegaba a las clases un poco tarde con una taza de café en la mano.

“Parecía siempre exhausto”, le reveló a The Washington Post un conocido del posgrado en Criminología y Justicia Penal llamado Benjamin Roberts.

Jordan Serulnek, dueño de un bar llamado Seven Sirens Brewing Company al que el acusado concurría dijo que el detenido solía acosar a las mujeres que trabajaban allí y que les decía cosas raras. Ellas incluso se quejaron en un mail diciendo que el personaje hacía comentarios siniestros y que les pedía que le dijeran dónde y con quién vivían. Si ellas no respondían se molestaba y un día cuando una de ellas lo ignoró le gritó “puta”.

La familia de Kohberger no se quedó callada y publicó un escrito sosteniendo que rezaban por las víctimas, que estaban cooperando con las fuerzas de la ley, pero aclaró que apoyaran a su querido hijo y hermano defendiendo la ley que sostiene la presunción de inocencia hasta que se demuestre lo contrario.

El 4 de enero de 2023 fue extraditado al estado de Idaho. Aterrizó a las 18.30 de la tarde. De resultar condenado, podría pedir para él la pena capital. En los últimos días, se supo también que, cinco días después de los crímenes, Kohberger cambió la placa de su auto, que resultó ser modelo 2015, de Pennsylvania al estado de Washington. Había sido precavido: sabiendo que la policía podía buscar un auto como el suyo por las cámaras de seguridad, se aseguró de tener otro número de matricula.

Su juicio está programado para empezar el próximo 2 de octubre, y se declaró como no culpable ante el juez.

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